daniela

para todos aquellos que no sabemos bien por qué nos sentimos solos y menos por qué desde siempre.


pero el olor permanece", Boris Vian
ya decía yo que te iba a recordar
que en alguna fisura de esta débil memoria brotarías,
así como asomándote de un sueño
con tus ojos bien abiertos
y todo el olor de esos años evaporando su materia
para que ineludiblemente me haga cargo de esta historia
porque pude haber extraviado todo el amor que dibujé en tu boca
pero ya ves
regresas
y la salvia sobre la tabla
El hecho fortuito –debiera decir infortunado- de que yo sea así, no es más que eso, un accidente de la naturaleza, un embrión inquieto que pudo haberse golpeado contra la pared uterina, una mala combinación cromosomática, un óvulo malhumorado, vaya uno a saber. Nadie que se considere hermoso se cuestiona el hecho de serlo, así que no veo yo por qué motivo tengo que estar todo el tiempo respondiéndome esta incógnita. Soy feo y ya está. ¿Qué me va costar conseguir novia? Por favor, tengo treintaicinco años y lo más cercano a un romance que he tenido fue una perra cocker spaniel que me lamía los pies para despertarme. De pendejo me aferraba a creer que todo cambiaría en algún momento, que mi historia sería similar a la del popular patito, sin embargo mi fealdad fue en ascenso, en cada cumpleaños que celebraba con un amigo, sólo uno y siempre el mismo, feo, casi tan feo como yo, me daba cuenta que mi cara era más horrible que el año anterior. Después de los dieciocho años, cuando ya ni el acné podía servirme de excusa, perdí definitivamente cualquier esperanza de que mi rostro sufriera alguna mutación favorable. Ese día, frente al espejo del baño, me dije: Martín, vas a tener que batírtelas con esta aberración, así que piensa bien qué cosa puedes hacer en la vida sin necesidad de dar la cara o te convertirás en el hombre del cambucho o en la bestia sin ninguna bella. Como toda mi niñez no fue sino un constante aislamiento, había adquirido la costumbre de garabatear en un diario de vida mi desgracia, así que la decisión de convertirme en escritor fue rápida. Eso sí, con pseudónimo y sin foto. Por supuesto que lo primero que escribí fue una autobiografía de ese especialmente triste episodio de mi vida. Lo más noble que me dijeron fue que mi padre ponía la foto de otro niño en su billetera o que mi madre, luego de verme aparecer entre sus piernas, no sabía si quedarse conmigo o con la placenta. Reconozco un buen chiste, pero no era el caso, odié cada una de esas bromas, estoicamente, como buen feo que soy. Los niños pueden ser muy crueles, pero los adultos somos peores, hacemos lo mismo, pero por detrás, solapadamente. O sea que una vez que abandoné la niñez mi vida no fue mejor, la seguí habitando en el mismo sótano y con el mismo y único amigo. Que el mundo es de los bellos está claro y más claro aun es para un feo que jamás podrá convertirse en bello, por más que se pase un año entero en la clínica de Pitanguí, metiéndose bótox y silicona hasta debajo de la lengua. Ni siquiera el dinero te transforma en bello, porque la mujer que se case contigo lo hará por interés, ni en la mitad de un orgasmo te dirá “Míjito rico”. Así es ser feo. La primera decepción se la llevaron mis padres, el resto de ellas me las sigo bancando. No me quejo, sólo te expongo lo que significa ser feo y no cuajar gráficamente en el mundo. En este mundo. Bello mundo.

-A las diez de la noche supo que estaba perdido.
-¿Eso dijo él o tú tienes el dato preciso de la hora en que él pensó que estaba perdido?
-Es que no hace falta ser mago para comprender que en el momento que él recibía ese upper-cut el reloj marcaba las diez.
-Pero es que eso no demuestra para nada que él pudo ver el reloj que tú citas en el momento exacto en que le descarrilaban la mandíbula.
-Muchacho, tú no sabes nada de boxeo, un peleador siempre está conciente de la hora.
-¿Aun cuando segundos después cayera a la lona inconsciente?
-Aún así.
-¿Por qué?
-Por que apenas comienza un round esperan que suene la campana.
-Y eran las diez.
-Las diez.
-¿Sabías tú lo de su abuelo?
-Joe Malone, un welter, rápido como pocos, aunque con una derecha débil.
-Escuché que también cayó nocaut a las diez de la noche.
-Eso no es extraño, muchacho.
-Y su padre, El Leñador Malone.
-Cómo repartía ese.
-¿Por qué El Leñador?
-Era un tronco, pero pegaba más fuerte que Bonavena.
-Cayó a la lona a las diez.
-A las diez cayó El Leñador.
-¿Y no te parece extraño?
-No, señor.
-Ayer peleó ese negro pelirrojo...
-Mercury, George El Potro Mercury.
-Ese, ¡Ah, que no sabes a qué hora lo tumbaron!
-A las diez.
-¿Y aún así no te parece extraño?
-Muchacho, los combates televisados generalmente comienzan a las nueve y media, lo que significa que a las diez de la noche van por el round ocho, a esa altura ya se han lastimado suficiente, es normal que uno de los dos caiga.
-¿Qué dijo el médico?
-Nada, lo de siempre, garabatos técnicos que uno no comprende.
-¿No ha despertado?
-No.
-Ya va a cumplir un día entero así. ¿Esa que está hablando con el médico es su mujer, no?
-Sí.
-Está llorando.
-Sí, creo que debemos irnos muchacho, ya no hay nada que hacer aquí.
-Sí, viejo, ya son las diez de la noche.

porque todo este tiempo estuve arrebatando arena de tus ojos
enumerando grano a grano cada derrota
cada beso torcido
cada palabra muerta
intuyendo que todo ese ejercicio no era más que una letanía
aun así dibujé soles en tus paredes vacías
y quise habitarte flor en tu boca
pero estoy aquí
empuñando la arena de un mar imaginario
salado y vacío como ciertos muelles
como algunos barcos