para todos aquellos que no sabemos bien por qué nos sentimos solos y menos por qué desde siempre.

viernes, 7 de abril de 2006

vuelvan a citarme



La mañana del nueve de marzo de 1914 inicié un vuelo que para el resto del mundo no tuvo destino, o debo decir que el destino era mi muerte. Mucho se ha hablado de mi tragedia, incluso otorgándole un carácter folclórico al asunto. Pero creo que este es el momento de aclarar unas cuantas cosas que el tiempo y los sobreentendidos se han encargado de enturbiar. Yo, Alejandro Bello, teniente de la aviación chilena, no estoy perdido. Es más, estoy absolutamente ubicado. Conciente en un cien por ciento de las coordenadas que verifican mi posición sobre la esfera terráquea. Yo no estoy perdido. En ningún momento me he sentido desorientado ni mucho menos perdido, son ustedes los que no han logrado ubicarme. No tuve ni tengo intención de volver, no fue, claro está, algo premeditado, pero sí debo reconocer que mi espíritu inquieto y aventurero ya anunciaba una disconformidad con la rigidez estructural del sistema en el cual me desenvolvía antes de mi deserción. Así las cosas, un fortuito accidente me dejó en medio de la nada, a miles de kilómetros de cualquier ser humano. Entonces decidí que aquí permanecería por el resto de mis días. Construí mi hogar y me quedé contemplando las estrellas con la infinita convicción de que no existe otra cosa mejor que hacer en la vida. Nada de esto podrá parecerles interesante, precisamente por eso decidí quedarme aquí y no allá. Otra cosa que me ha parecido pertinente aclarar es el hecho de que ustedes me llamen teniente. En honor a la verdad yo ya era coronel cuando realicé el tal mentado vuelo. Fui ascendido extraoficialmente por mi general Gutiérrez pocas horas antes de partir, el anuncio oficial lo haría a mi regreso. Así que de ahora en más, cuando ustedes quieran citarme, les ruego utilicen la palabra coronel y no teniente. Demás esta pedirles que no sigan con la cantinela esa de que estoy perdido, pues no lo estoy, en razón a ello pueden ustedes decir por ejemplo: “Haces más inventos que el coronel Bello” o bien “Estás más solo que el coronel Bello” o “Si no te gusta el juego retírate...Como el coronel Bello”. Pueden ustedes idear otras formas de citarme, siempre y cuando no caigan en errores, ni mancillen mi apellido. Sean positivos, busquen el halago antes de la crítica. No se equivoquen, no estoy dándomelas de profeta, es solo que esta distancia hace ver las cosas desde otro punto de vista. Yo podría sentirme ofendido por cada vez que mi nombre ha sido usado para desacreditar, sin embargo logro descomponer la luz que emana de vuestras bocas y, en ese crisol de colores, reconstruyo mi propio discurso, positivo, ajeno a la oscuridad con la que ustedes suelen teñir sus palabras. Bien, habiendo dicho esto, me retiro a mis cuarteles en procura de mi paz.