se busca empleo
El aviso daba la impresión que estos tipos manejan una gran empresa, pero el cable a tierra comienza con el decorado. Inmensos sillones verdes de tevinil y escritorios con cubierta de metal me remontan a los años cincuenta, sólo falta que aparezca un tipo con sombrero de ala para completar el naipe. Buenos días, me dice una secretaria con la boca torcida. Buenos días, vengo por el aviso. Tiene usted suerte, no ha venido nadie, espere en el sillón, ya lo atenderán. Sí, pienso, no sabes cuánta suerte tengo de estar aquí, cómo no me detuve a pensar en la enorme suerte que tengo. Yo soy Glad con Suerte. Estoy tocado por una vara mágica que me ha abierto los mares, que ha humedecido los desiertos, que me ha brindado las mejores lunas que cualquier amante hubiese querido contemplar. Sí, señores, sepan ustedes, esta secretaria, así, tan insignificante como se ve, ha descubierto mi secreto íntimo. Ella, sólo ella pudo ver la luz que emano. No alcanzo a estar mucho rato sentado, pronto suena un citófono y ella me indica que la siga a la oficina del que presumo es el jefe. Un enorme gordo me escruta desde otro horrible escritorio con cubierta de metal. Le entrego mi currículo y me siento sin que me lo ofrezca. Dejo pasar unos minutos para que el gordo lea mis mentiras. Una mosca planea sobre su cabeza. ¿Dice usted que en cinco años ha tenido más de quince empleos? Bueno, soy algo inquieto. ¿Y por qué piensa que este trabajo es para usted? Verá, lo necesito, no se trata de que sea o no sea para mí, es sólo que lo necesito. ¿Qué experiencia tiene en el área de ventas? Algo he vendido, le digo al gordo pensando en que lo único que vendí en mi vida fueron dos vasos de limonada en un puesto callejero que improvisé junto a mi hermana durante las fiestas de semana santa, cuando aún no cumplía los siete años. Me imagino que tendrá una cartera de clientes. Por supuesto, respondo rápidamente repasando los rostros de mis amigos, o sea el catálogo de desadaptados más extenso de Santiago. Asesinos, pervertidos, drogadictos, alcohólicos, mamones, fracasados, poetas, pintores, bomberos y periodistas que no distinguen una coma de un punto aparte. Dígame una cosa, usted trabajaba hasta hace dos días en un diario. Sí. ¿Qué paso? Diferencias de interpretación de los hechos. ¿Cómo así? Verá, le digo sin tener nada en la pecera, esperando que algo se me ocurra, algo que no sea esa absurda verdad, cuando la petaca de pisco que llevaba en el bolsillo interior de mi chaqueta rodó hasta los pies del editor general. Fue un problema con un artículo, ellos querían una cosa y yo hice otra que me pareció más interesante. Hay algo en usted que no me gusta nada. Bueno, estamos a mano, digo ya cansado de su halitosis. ¿Cómo dijo? Digo que hay algo en usted que tampoco me gusta nada. Si, claro, pero soy yo quien decidirá si le doy o no este trabajo. ¿Me lo va a dar? Ni muerto. ¿Sabe qué es lo que no me gusta de usted? Muero por saberlo. Su aliento, creo que debería revisarse los dientes, hay algo que se le está pudriendo. Váyase. Gordo, hediondo. Vago. Halitoso. Fracasado. Me paro y salgo sin prisa de su oficina. Miro a la secretaria y sonrío. Me devuelvo y asomo la cabeza. ¿Podemos empezar de nuevo con la entrevista?
4 Comments:
jejejejejeje...
otra oportunidad??
hola... me gusto tu post... alguien me lo recomendo, le dejo un beso.
septiembre 29, 2005 9:56 a. m.
gracias a la gata, otro beso
septiembre 30, 2005 6:03 a. m.
excelente.
(decir algo más, lo arruina. sólo eso: excelente)
diciembre 02, 2005 7:35 a. m.
gracias **, fui hasta tu sitio y me parece exelente, me daré otras vueltas, saludos
diciembre 02, 2005 7:52 a. m.
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